Per la libertà di movimento, per i diritti di cittadinanza

El espejismo jurídico de la modernidad

I. Introducción

Desde la lejanía de Buenos Aires, observamos a Europa desconcertada. La desesperación del pueblo sirio, y de tantas familias africanas que huyen de sus países esperando salvar sus vidas en la modernidad europea nos conmueve al tiempo que nos desorienta, pues realmente parece imposible que algo así suceda hoy en nuestro mundo racional y jurídicamente moderno.
¿O será que para algunos, el avance de los derechos, las libertades y la democracia social en el siglo XXI resultó un espejismo de la propaganda?
¿Mostraron un falso progreso?
¿Todo aquello que les explicaron como logros de la democracia y de la lucha de los hombres fue obra de la propaganda?

II. Desarrollo

Tal vez, cual set cinematográfico, montaron un bloque normativo de declamaciones jurídicas, reconocieron nuevos derechos y garantías con los respectivos órganos judiciales locales, regionales e internacionales que pretenden controlar y garantizar el cumplimiento de esos derechos, sin embargo lo cierto (aquello que sucede en al vida real) es que más allá de esa maqueta jurídica, estos pueblos siguen explotados y al día de hoy no hay leyes ni instituciones que garanticen a estas personas que sus vidas y la de sus familias no serán arrasadas por la violencia, el hambre, el autoritarismo y la desesperación mas absoluta.

La inoperancia jurídico-institucional de los sistemas internacionales y regionales de reconocimiento y protección de los derechos humanos es notable.
Mientras tanto, la Europa de las constituciones y los derechos humanos solo les ofrece campos de refugiados y resignación.
Por ultimo y no por ello menos importante, debemos destacar un dato central de la economía post segunda mitad del siglo XX -que encuentra raíces en el colonialismo- que también es responsable de la situación en que se encuentra gran parte del continente Africano.

Europa hoy sigue sometiendo a los pueblos africanos mediante una nueva fase de su viejo colonialismo, al cual denomino el “colonialismo del abandono”. Veamos:
El neocolonialismo de tipo extractivo que infringió gran parte de Europa sobre el continente africano requiere del abandono de aquellos pueblos como sostenimiento de su propio nivel de vida.

En otras palabras, tanto América Latina como África son el platillo cargado de la “balanza del bienestar global”. Imaginemos que sucedería si un día todos los latinoamericanos y africanos pretendiésemos tener la calidad de vida de un ciudadano europeo promedio, y si por esas rarezas de la suerte todos, al mismo tiempo, consiguiésemos las cuatro comidas diarias, salarios, jubilaciones, seguros de desempleo, salud, educación y energía sin limite, tecnología de ultima generación, es decir, si todo el planeta viviese tan solo un mes al mismo nivel de un ciudadano europeo promedio, no hace falta ser lince para observar y reconocer que el sistema colapsaría para todos.

¿Que evidencia esto?

Que el reparto de “calidad material de vida”, sustentado fundamentalmente en el modelo económico impuesto contiene como clave de cierre, la explotación y el abandono del continente Africano y la virtualización de sus derechos. En síntesis, para que unos vivan “bien”, otros deben sobrevivir. La protección jurisdiccional termina adaptándose y siendo funcional en cierta medida a este esquema de distribución del poder mundial.

Pues no debemos olvidar que la comunidad internacional -con sus sistemas jurisdiccionales, Altos tribunales, Cortes y Comités, jueces y funcionarios que en general vive en Washington, Bruselas, NY o Costa Rica, que se moviliza en lujosos vehículos y que perciben salarios cuya suma un africano no verá jamás en su vida- en cierta medida institucionalizan esta desigualdad.

III. Conclusión

Es indudable que el cambio cultural facilitado por el dominio económico y su respectiva teoría constitucional ha potenciado las consecuencias negativas para las sociedades. Hoy vemos como el eje del paradigma constitucional se desplazo de la persona y los pueblos hacia el sistema económico.

Hace años que venimos disuadidos por la comunicación y los medios. Subestimamos la crueldad y la perversidad del poder que, pareciera no hace más que reproducir las condiciones necesarias para sostener a pueblos enteros acechados por el hambre y la violencia extrema, obligándolos -a costa de perder sus vidas- a zambullirse en el mar para que esa Europa, que los desbastó con su colonialismo extractivo e inhumano, ahora los destrate sin remordimiento alguno.

Aquello que pretendo es simplemente mostrar la dolorosa indiferencia por la dignidad del ser humano. Disculpen aquellos que entienden esto como una obviedad, pues sin duda alguna lo es, sucede que a veces hay realidades que por obvias las ignoramos.

Europa debe aceptar que la dignidad no se satisface con el consuelo de los procedimientos y las burocracias. Lo que queda de sensatez en el mundo debe exigirle a Europa la reparación concreta de todos los daños que sus políticas pasadas infringieran en África y que en cierta medida han puesto a sus pueblos en la desesperación absoluta en la que se encuentran hoy.

Guido Risso
Doctor en Ciencias Jurídicas
Especialista en Derecho Constitucional
Profesor derecho constitucional y derecho político, Universidad de Buenos Aires y Universidad Abierta Interamericana, Argentina.
@rissoguido