Per la libertà di movimento, per i diritti di cittadinanza

La frontera que se entrecruza

Los Centros de permanencia Temporanea y los nuevos dispositivos de seguridad en nuestras ciudades

Desde que en 1998 los CpT fueron creados por la ley Turco-Napolitano, su abrogaciòn pasa a ser un tema inevitable en la agenda polìtica de los movimientos.
Melting Pot Europa ha acompañado, con una mirada aguda y con diversas indagaciones, a travès de campanas de concientizaciòn y de anàlisis sobre el tema, un recorrido que desde octubre de 1998 nos condujo hasta nuestros dìas.

Desde Trieste a Bologna, pasando por Milàn, Turìn, Bari Palese, Lampedusa, Mòdena, Brindisi, Gradisca, cada lugar, cada ciudad, cada territorio en rebeliòn contra los CpT se convirtiò tambièn en nuestro lugar.
Hemos desmistificado la funciòn de los CpT, siempre los hemos llamado “lager”, hemos hecho de las luchas para que sean cerrados una cuestiòn de dignidad, un verdadero y propio choque de civilizaciones. Hoy por hoy el debate sobre el problema de los CpT nos impone otra manera de comprender el rol adecuado de los mismos. Reinterpretar el rol de los CpT no significa afirmar que la batalla contro estos se de por terminada. Por el contrario, proponiendo una nueva lectura de la realidad que se dibuja alrededor de estos, surge con màs fuerza el problema de su clausura – y con ello la afirmaciòn de nuevos derechos de ciudadanìa – que marcaron estos diez anos de movilizaciòn desde que se innauguraron.
Surge una transformaciòn del debate sobre los CpT, porque por un lado las campanas de estos años, los sabotages y desmantelamientos de estos lugares, y el enfrentamiento contro quienes lucran gracias a ellos, han obligado, al aparato polìtico, a asumir de manera problemàtica su existencia; por otro lado la aceptaciòn del conflicto por parte del gobierno italiano se da de un modo aproximativo, siempre pospuesto y sin potencialidad alguna.
Todo el trabajo realizado por la comisiòn De Mistura, la confusiòn de los tèrminos “vaciamiento o clausura”, vienen a ser utilizados como tentativos para un retorno de la problemàtica, generando respuestas inùtiles a quien nunca dejò de proponer su clausura, “sin peros”, de estas estructuras.
Para el gobierno, vaciar los CpT, significa, en primer lugar, hacer frente a una posiciòn, ya incontenible, de indignaciòn y de rechazo a su existencia y, al mismo tiempo, reafirmar su legitimidad redefiniendo las caracterìsticas y el marco en el cual vienen circunscriptos.
Los CpT, asì como se presentan, no pueden continuar a existir, asì nos informa la Comisiòn, asì como tambièn nos afirma la denominada “izquierda radical”, proponiendo el tema de la ineficacia, de los costos. Pero lo que no se dice es que si los CpT, asì como los hemos conocido, no existiràn màs, serà porque se està construyendo un mejor sistema de gestiòn de la movilidad global.
No es este el momento para discutir las propuestas que expone el gobierno, que por otro lado deben ser verificadas; es el tiempo de recoger los procesos que se van generando y que nos permiten apreciar una realidad para nada confortable, asì como tambièn es el tiempo de analizar las nuevas posibilidades que se desarrollan para los movimientos.

Intermedio Europeo
Desde hace años, resulta evidente que el debate acerca de los CpT no sea màs una cuestiòn solamente de nivel “nacional”; las normativas sobre la gestiòn de las oleadas migratorias encuentran su base principalmente a nivel continental.
Claramente no se trata de focalizar el tema en el àmbito de Bruselas, algo que algunos quisieran hacer pasar como una opciòn conveniente, con el claro objetivo de disminuir o de deslindar responsabilidades que atanen a los gobiernos nacionales; resulta evidente que la ùnica manera de entender el tema de la ciudadanìa, de su negaciòn, y de los diversos niveles de inclusiòn y exclusiòn social que esta acarrea, debe ser encuadrado dentro a un marco europeo.
La inclusiòn de nuevos paìses del Este en la Uniòn Europea y la aceptaciòn de ciudadanos bùlgaros y rumenos, fruto de procesos econòmicos, de estrategias de ampliaciòn de mercados pero tambièn del actual canal de comunicaciòn abierto “desde e hacia” el Este, oscurece el debate italiano (difuso en otros estados europeos) que se centraliza en la imposibilidad de cumplir con acciones decisivas en materia de migraciones, visto con toda su claridad.
Segùn los partidos polìticos màs sensibles al tema de los CpT, o mejor dicho, màs astutos en absorver en tèrminos electorales el tema sostenido por los moviminetos, la llegada de los partidos al poder deberìa coincidir con la posibilidad de hacer factible y practicable la clausura de los nuevos lagers. Sin embargo no se ha dado de este modo: la prolungaciòn hacia el Este de la UE y los procesos econòmicos que la acompanan, ridiculizan y modifican cada presunto “màximo esfuerzo” llevado a cabo por el gobierno italiano y por su componente “radical”, llevando el nivel de confrontaciòn hacia un lugar mucho màs amplio, metropolitano y al mismo tiempo continental, el panorama en el cual realizar una confrontaciòn.

Il CpT “è tutto in torno a te”… (està a tu alrededor… – clara alusiòn a la campana publicitaria de Vodafone Italia).
Asì como lo sugiere el debate italiano, los “CpT vaciados” y reprogramados deberìan estar colocados dentro un cuadro de gestiòn “humana” de las oleadas migratorias.
Hoy, nos encontramos de frente a un impacto normativo diversificado, en el que existen distintos niveles de adquisiciòn de derechos.
Pero sòlo considerando como un todo la figura del migrante y la realidad en la que vive inmerso, se podrà delinear un cuadro complesivo de este proceso.
No sòlo la norma se encuentra inserta en el entero ambiente donde nos encontramos, sino tambièn las condiciones materiales de vida que se ven afectadas por la polìtica, por la cultura emergente y por el valor que se le da a la seguridad como una variable indepediente.

En este sentido, vemos claramente que emerge, sin retòrica y sin demagogìa, la funciòn esencial de los CpT.

Los CpT, ademàs de ser instrumentos para la expulsiòn del territorio europeo, cumplen una funciòn disciplinaria de gobierno de la transitabilidad, inserta en un contexto complesivo que ve a la UE orientada hacia un reconocimiento temporàneo de titularidad de los derechos.

No existe ninguna fortaleza europea que mantenga sòlidas sus fronteras, ni tampoco ningùn interès de combatir contro la inmigraciòn, pero sì el de fijar las condiciones màs ùtiles de esta.
La frontera se traslada de manera variable, acompanando a los sujetos que la entrecruzan, como si estuviera impresa en sus biografìas: emerge una realidad hecha de diversos estados de circulaciòn y diferentes condiciones materiales de vida, desde aquellas de los “ciudadanos ilegales” hasta de aquellos que gozan de un reconocimiento pleno de los derechos de ciudadanìa.
Vaciar los CpT significa nada màs y nada menos que volver a colocar su funciòn dentro de un sistema mucho màs amplio de control y disciplina.
Hoy el CpT se construye alrededor nuestro, està formado por los guetos y la exclusiòn, por la inclusiòn selectiva e la estratificaciòn de los niveles de ciudadanìa.
Se ha convertido en un elemento ùtil para una recolocaciòn de su funcionalidad, y en general para la relaciòn con la normativa, dentro un marco que nos sugiere una vez màs el àmbito de la metròpoli, un espacio continuamente en transformaciòn gracias a las diferentes formas de vida que lo componen.
Nos referimos de manera particular a aquellas vidas falsamente inexistentes: porque existe un ejèrcito de ciudadanos incluìdos permanentemente en el proceso de producciòn continuo que se da en la ciudad, pero a la vez ese ejèrcito se encuentra de manera sistemàtica, temporànea o parzialmente excluìdo de un reconocimiento de ciudadanìa.
Los guetos, los barrios o las zonas de la ciudad en donde los migrantes se ven obligados a vivir, son de todos modos un punto de control y de gestiòn de los procesos de inclusiòn/exclusiòn. Los “viejos CpT” corresponden a una emergencia de resoluciòn excepcional, los “nuevos CpT” se les asemejan, o mejor dicho, el nuevo sistema creado en torno al vaciamiento de los CpT se presenta como un “proceso”, una red multiforme de dispositivos desplegados en la totalidad del tejido social. Los CpT apartienen a esta red, estàn estrictamente conectados al ambiente que los rodea.
Por ejemplo, para vaciar el gheto de Padova, se construyeron muros y se colocaron check points, y se necesitò de la colaboraciòn de toda la ciudad para garantizar el nuevo sistema de control, es allì donde se producen redadas anticlandestinas y rondas de seguridad, se utiliza el miedo post-indulto y el estado de emergencia.
De esta manera para vaciar los CpT servirà una nueva articulaciòn de un complejo y renovado sistema de control social, cultural, polìtico, que gire en torno a la figura del migrante, que se ha convertido en el objeto por el cual se crean los nuevos dispositivos de gobierno de la vida metropolitana, que deberà ser legitimado y acordado en su totalidad.

La apologìa del valor intrìnseco de la seguridad es la estructura cultural en donde se apoya esta estrategia; la organizaciòn privada de la seguridad ciudadana, las asociaciones masònicas de vigilancia urbana, constituyen la actual aplicaciòn del sistema.
Ser parte de la gestiòn de un gran CpT, de un espacio que nos circunda, es la sugestiòn que nos viene propuesta como contrapartida de un vaciamiento que nadie reclamò.

No es el momento de prefigurar, por lo tanto, la necesidad de cerrar los CpT “sin peros” y de reflexionar a cerca del concepto de ciudadanìa europea como el camino hacia la conquista de nuevos derechos para los nuevos ciudadanos, queda como un tema de actualidad que aùn no se ha resuelto.
El espacio metropolitano debe ser tenido en cuenta y debe transformarse gracias a este nuevo proceso; es el interès comùn de compartir nuestros espacios vitales, que se propone como un nuevo programa en donde afrontar el rechazo unànime a los CpT …que estàn a tu alrededor…