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Medenine, Túnez: las personas refugiadas esperan salir del País

“Todavía estamos en Túnez, pero nuestro sueño es llegar a Europa, reunirnos con nuestros amigos y tener oportunidades de mejorar nuestras vidas”, nos dicen los tres jóvenes eritreos con quienes nos reunimos en la ciudad de Médenine en un día tórrido y sofocante, con temperaturas que pondrían a prueba a cualquiera.

Estamos en Túnez para participar en las iniciativas de solidaridad de “Europa Zarzis Afrique”, y después de recoger las voces de las personas migrantes en la ciudad de Túnez y en Zarzis, fuimos a Médenine, una ciudad a 120 km de la frontera con Libia, donde se sitúan la mayoría de los centros de acogida. Médenine también es conocida porque aquí se hallaba uno de los centros más grandes administrados por la Media Luna Roja, un centro que cerró sus puertas debido a las condiciones deplorables en las que se encontraba y a las acusaciones de malversación de fondos.

Según los datos de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) Túnez alberga actualmente a unas 1.100 personas en sus seis centros de acogida situados entre Médenine y Zarzis.

Hablamos mucho con los jóvenes, y se muestran preocupados de que las personas que dirigen los centros, puedan encontrarlos mientras hablan con nosotros. “Entramos a Túnez desde Libia, allí vimos cosas indescriptibles, violencia y más violencia. Libia es un lugar horrible donde nuestra vida vale solo si puedes pagar por ella”, nos relatan dos muchachos muy jóvenes, recién llegados a la mayoría de edad. Lo dicen con extrema modestia y con rostros tensos, casi como si no quisieran despertar de repente pesadillas e imágenes impresas en sus recuerdos.

Han dejado su país para huir del servicio militar del dictador eritreo Afewerki. La diáspora eritrea cuenta con 50.000 personas que huyen cada año, alrededor de 4.000 por mes, y la mayor parte son jóvenes menores de 20 años. A pesar de esto, la Unión Europea firmó un acuerdo en febrero pasado con el dictador, el cual recibirá financiamiento del Fondo Fiduciario de la UE para África y de la Oficina de las Naciones Unidas. La primera parte, ya pagada, fue de 20 millones de euros.

“En Túnez en comparación con Libia, continúan, fuimos bien recibidos, pero aquí todo sigue siendo muy complicado. El ACNUR nos ha reconocido como refugiados, pero nuestra situación respecto al periodo anterior no ha mejorado “. Les preguntamos cómo funciona el proceso de solicitud de protección internacional. “Se tardan unos 4 meses en reunirse con una comisión que decide si reconocerte o no la protección. Quien recibe el estatus de refugiado,obtiene una tarjeta de identificación, permanece 3 meses en el proyecto de acogida y tiene derecho a 40 horas de enseñanza del idioma francés. Quienes no son reconocidos como refugiados pueden presentar un recurso, pero sin el apoyo de un abogado. En la práctica, afirman, deben autoformarse, conocer la legislación y conseguir por su propia cuenta una nueva reunión con la comisión “.

Sin embargo, independientemente de si se obtiene el reconocimiento y, por lo tanto, la tarjeta o no, las personas no pueden trabajar con un contrato regular y no siempre se garantiza el acceso a la atención médica básica. Por supuesto, obtener el documento formal significa al menos no ser deportados, como fue el caso de los 36 personas migrantes de Costa de Marfil, pero se impide el acceso a los derechos materiales y, como ya nos había dicho el grupo eritreo entrevistado en la ciudad de Túnez, con la tarjeta de la Agencia de la ONU ni siquiera se puede comprar una tarjeta telefónica.

“Nuestras condiciones de vida son dramáticas -continúan los tres jóvenes-, no tenemos ninguna posibilidad de salir de Túnez, nos vemos obligados a quedarnos aquí, pero encontrar un trabajo es casi imposible y si lo encontramos, nos pagan menos de 30 dinares ( unos 10 euros al día). Además, estamos totalmente a disposición del que nos da el trabajo y obviamente sin contrato. Tenemos que pedir dinero a nuestras familias, pero ¿cuánto tiempo van a poder apoyarnos? ”

Los jóvenes eritreos nos dicen también que decidieron el 20 de junio, día internacional de las personas refugiadas, promover una sentada pacífica en la plaza central de Médenine. “Nos sentamos en el suelo con pancartas para denunciar nuestra situación y pedir a las autoridades tunecinas y al ACNUR que reconozcan nuestros derechos, que podamos trabajar, y que no suframos más ninguna forma racismo ni de discriminación”. La respuesta a estas demandas pacíficas fue brutal: “La policía tunecina nos golpeó violentamente, porque la concentración según ellos no estaba autorizada. Nos arrestaron a 23 y nos llevaron al cuartel, algunos se desmayaron; allí nos golpearon de nuevo tan fuerte que muchos de nosotros nos desmayamos de nuevo. Algunos terminaron en prisión durante una semana, acusados de resistencia a la autoridad, y ahora les espera un juicio. Pero las acusaciones son falsas, todos nos manifestamos pacíficamente. El gobierno de Túnez no quiere que en Europa se conozcan las condiciones en que vivimos porque recibe mucho dinero a cambio de nuestra gestión y del control de fronteras “. Amnistía Túnez se ocupa ahora también de todo el asunto.

En los días siguientes nos reunimos nuevamente en Médenine, con otros migrantes provenientes de Mali, Chad, Nigeria y Sudán del Sur. Nos dijeron que el estado de depresión, vulnerabilidad y descontento en el que se encuentran, ha llevado a muchas personas a intentar suicidarse, algunas incluso quieren regresar a Libia para intentar cruzar el Mediterráneo o simplemente buscar comida y trabajo. Durante semanas no reciben el dinero de ACNUR (30 dinares -10€- por semana en forma de bono), que alcanza solo para comer dos días y tienen dificultades para obtener comida. El centro donde están acogidos -como se puede ver en las fotografías- tiene habitaciones abarrotadas y condiciones higiénicas precarias. Se sienten totalmente abandonados.

Hemos escrito al ACNUR Túnez para pedir aclaraciones y para tener una reunión formal con los gerentes, pero aún no se nos ha proporcionado una respuesta. Por enésima vez nos preguntamos cómo es posible calificar a Túnez como país seguro.