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El Comedor Contra Viento y Marea

Contra Viento y Marea, las semillas de la caravana en Tijuana

La segunda parte del informe «Tijuana. Fronteras, resistencias, sueños»

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Una ciudad-frontera compleja, contradictoria, no simplificable: Tijuana, en el norte de México. El reportaje editado por Andrea Miti 1 es un relato vivo en el que leemos esta ciudad desde distintos ángulos: «Tijuana es todo esto. Pero también es algo más, porque en los márgenes y en los conflictos y fricciones florece el cambio, la resistencia», escribe Andrea.

La segunda parte de este informe narra la historia de la “Caravana Contra Viento y Marea“.

Cactus urbanos de Contra Viento y Marea

El 11 de noviembre de 2018 llegó a Tijuana el primer grupo de más de 80 personas. Le seguirá otro grupo de 800 personas entre el 12 y el 13 de noviembre. En total, entre 6,000 y 10,000 personas llegaron a Tijuana en esas semanas. Las caravanas habían partido un mes antes de San Pedro Sula (Honduras) y San Salvador (El Salvador) y estaban formadas por miles de centroamericanos y mexicanos. El objetivo era llegar a la frontera norte de México, a Tijuana.

Más que un fenómeno nuevo, la Caravana fue la manifestación y expresión de algo que ya venía sucediendo desde hace años. El volumen y las características de la migración a través de México estaban cambiando. Ya no se trataba sólo de hombres en busca de oportunidades laborales, sino cada vez más de familias enteras, madres solteras con hijos y menores no acompañados. Con el telón de fondo de las secuelas de las intervenciones militares estadounidenses en Centroamérica en los años 80, las deportaciones y las crisis económicas y políticas, se fomentò un clima de violencia que expulsaba a la gente de la región del triángulo norte de Centroamérica (Honduras, Guatemala, El Salvador). A ellos se suman familias de estados del sur de México, como Guerrero y Michoacán, también obligadas a salir por la insoportable violencia del crimen organizado. La nueva migración, que encuentra una de sus expresiones en las caravanas migrantes, se dirige hacia Estados Unidos principalmente para solicitar asilo. Este fue el objetivo de las primeras caravanas, y también lo fue de la caravana de finales de 2018 2.

Las condiciones en las que se produce esta migración son igualmente dramáticas, debido especialmente a la mayor vulnerabilidad de los nuevos protagonistas. El crimen organizado que hace estragos en México y los obstáculos que ponen las autoridades mexicanas a los extranjeros centroamericanos, contribuyen a hacer aún más arriesgadas y violentas las circunstancias en las que se produce la migración. Los migrantes que se dirigen al norte, a menudo sin papeles, se ven obligados a permanecer ocultos, invisibles. Aunque la gran mayoría de los migrantes centroamericanos llegan a la frontera en pequeños grupos o de forma autónoma, la caravana ha sido una manifestación de la existencia y voz que efectivamente ha dado mayor visibilidad y ha llamado la atención sobre lo que ya venía sucediendo y cambiando desde hace años. Las caravanas migrantes  se hicieron a través de la autoorganización, en un intento también de reducir el riesgo de ser víctimas del crimen organizado o de abusos por parte de las autoridades mexicanas.

Nelly colaboró en actividades de apoyo a la Caravana, viajando con las miles de personas que llegaron a México y poco a poco se dirigieron hacia Estados Unidos. Nos habla del ambiente y el clima de aquellas semanas, así como de los aspectos críticos de aquel movimiento.

La caravana llega a Tijuana. Varios grupos se ven obligados a acampar en distintas zonas de la ciudad, en los puertos de entrada o en otras áreas cercanas al muro. A su llegada, los albergues y asociaciones civiles que normalmente recibían a las personas migrantes ya tenían problemas. Aunque su llegada no fue una sorpresa, la ciudad y su sistema de acogida no estaban preparados. Las necesidades eran obviamente grandes, y muchos grupos y colectivos, incluso de Estados Unidos, llegaron para apoyar a los recién llegados. Hacía falta comida, agua y un mínimo de organización para garantizar la seguridad de la gente. La retórica del presidente municipal y otros oficiales  era culpar a los migrantes de la caravana y de los activistas que los habían organizado y traído a Tijuana, por  el caos que vivía la ciudad creando odio y justificando su criminalización.

Debido a la tensión general que se estaba creando, las autoridades habilitaron la unidad deportiva Benito Juárez, con capacidad para 2,000 personas, con el apoyo de muchas asociaciones civiles y organizaciones que buscaban garantizar los servicios básicos. Activistas del centro social autónomo Enclave Caracol lograron mantener vivo el deseo de autoorganización de la población migrante dentro del campamento, a pesar de que estos intentos fueron directamente obstaculizados por el Estado. En esa época nacieron y se fortalecieron las acciones de muchas asociaciones y organizaciones civiles que aún hoy operan con nuevos puntos de vista y estrategias, respondiendo a la gran necesidad real de las personas en las precarias condiciones en las que se ven obligadas. Entre ellas se encuentran albergues como Espacio Migrante, Casa de Luz, y organizaciones como Al Otro Lado, que hoy brinda apoyo legal y humanitario integral a refugiados, deportados y otros migrantes en Tijuana y Estados Unidos.

Por las condiciones adversas y precarias de la unidad deportiva Benito Juárez, el 29 de noviembre la población comenzó a trasladarse a otro campamento migrante operado por el municipio, conocido como El Barretal. Este espacio tenia capacidad para 2,500 personas, pero estaba ubicado al este de la ciudad, a 23 kilómetros del puerto de entrada de San Ysidro y El Chaparral. Alrededor de 600 migrantes decidieron acampar frente a la unidad deportiva Benito Juárez. Gracias a la complicidad de algunas asociaciones, y bajo la amenaza de desalojo forzoso por parte de las autoridades, lograron instalarse en una bodega cercana a la unidad deportiva. Este grupo de personas, que desde el principio se opuso al traslado forzado al Barretal, se autodenominó de manera autónoma “Caravana Contra Viento y Marea“, y es su historia la que queremos contar en este artículo.

La historia del Comedor Comunitario Contra Viento y Marea comienza con la ocupación de esa bodega por migrantes centroamericanos, muchos de ellos jóvenes, acampados en las calles de la Zona Norte. En el nuevo alojamiento, las actividades de registrar  las personas alojadas, establecer las reglas de permanencia, organizar equipos de cocina, seguridad  y de distribuir  donaciones que llegaban, así como otras operaciones administrativas, fueron la responsabilidad de algunos migrantes que formaban parte del grupo, así como de activistas locales que invitaron a unirse a sus esfuerzos. Ellos mismos  procuraron lo necesario para montar una cocina y proporcionar un lugar seguro a las familias presentes. Además de distribuir alimentos a la comunidad migrante, los miembros de la Caravana Contra Viento y Marea distribuyeron comidas y donativos a los residentes del barrio, a las personas sin hogar y a los deportados. Lo que se reivindicaba era la autonomía, la propia autogestión  y los propios derechos, como continuación de la autodeterminación que surgio en la  caravana durante el viaje.

Devi llegó a la zona en aquella época con la Sociedad Hecate, un  colectivo formado por activistas estadounidenses y mexicanos para apoyar la causa de la población migrante. Nos cuenta cómo el nuevo colectivo de Contra Viento Y Marea pasó desde el principio por un periodo de fuerte represión por parte del gobierno municipal y del Estado, que empezaron a negar el acceso al agua y a los alimentos, a retirar los baños móviles instalados afuera de la bodega con el objetivo de obligar a la gente a marcharse. Además, se obstaculiza la recogida de basura para molestar a los vecinos, que empezaron a protestar (2). El plan del gobierno era confinar a la población de las caravanas en el Barretal, lejos del centro y de la frontera. Obviamente, la mayoría quería quedarse en la zona por el mayor número de servicios disponibles.

Por desgracia, el nuevo colectivo de migrantes duró menos de un mes viviendo en la bodega. Las autoridades impusieron el cierre del almacén debido a las condiciones sanitarias en las que vivía la gente 3. Obviamente, esta decisión no fue aceptada de buen grado y el edificio siguió ocupado. Una fría madrugada de invierno después de la navidad, 200 policías antidisturbios intentaron desalojar la zona. Para Devi, aquella mañana fue un gran ejemplo de resistencia: los habitantes del almacén rápidamente se encerraron dentro, atrancando las puertas con cadenas 4. Consiguieron resistir el desalojo forzoso. A partir de ese punto, los migrantes invitaron a muchos activistas que ya apoyaban rutinariamente que se quedaran allí, para que pudieran denunciar lo que estaba ocurriendo y los abusos de las autoridades, actuando en cierto modo como protección, manteniendo alto el nivel de atención.

Anuncio de clínica médica en el Comedor

A pesar de ello, pocas semanas después la privación de instalaciones sanitarias, agua y alimentos se hizo insostenible y se estaba poniendo en peligro la salud de los migrantes. Las autoridades desplegaron un cordón policial en el exterior de la bodega para impedir que nadie volviera a entrar en caso de que salieran  en busca de comida y agua. Después de varias reuniones, se decidió abandonarla. Era enero de 2019. Muchos encontraron un lugar seguro en albergues de la ciudad que aún tenían capacidad de recepción. Otros se fueron de Tijuana. Pero un grupo de 30 personas quiso seguir trabajando con y para la comunidad migrante, promoviendo prácticas de mutualismo y atención colectiva, con el objetivo de mejorar las condiciones en que estaban viviendo. En febrero, lograron reunir los recursos para  alquilar un espacio en la Zona Centro a unas cuadras de la bodega, donde pudieron establecer un comedor comunitario, que también serviría como albergue y centro comunitario. Así fue que nació el Comedor Comunitario Contra Viento y Marea.

Devi es una de las organizadoras  y voluntarias que sigue manteniendo el espacio del comedor y apoyando los proyectos que surgen de esta comunidad. Se encarga de la administración, de coordinar a otros voluntarios, así como de mantener el espacio en el que ella misma vive. Según Devi, el comedor representa un deseo de autoorganización, de resistencia, con el objetivo de ayudarse a sí mismo y a la comunidad de forma autónoma y no impuesta por organizaciones humanitarias o religiosas, promoviendo una versión anárquica de la construcción comunitaria.

El espacio del comedor ha estado abierto y activo desde que la bodega cercana a la unidad deportiva Benito Juárez fue abandonada. Al principio era solamente  un comedor, pero también distribuía donativos de ropa, zapatos, y trataba de ser un punto franco por el que pasaban muchos migrantes antes de aventurarse a cruzar ilegalmente la frontera. Además, el comedor empezó a colaborar con  otras asociaciones y colectivos que prestaban servicios adicionales, como clínicas de atención médica gratuita. El espacio se llenó y esta comunidad viva  y trabajadora mantuvo sus proyectos y actividades. Los voluntarios del comedor actuales recuerdan aquellos tiempos con ternura. Recuentan las fiestas, los conflictos, los retos, y hablan de lo bueno que fue construir un colectivo formado mayormente por migrantes centroamericanos jóvenes que ayudaban a la comunidad pero también se dedicaron a , divertirse, y afrontar los problemas juntos 5. Devi insiste en que no se trataba sólo de trabajar en el comedor, sino de disfrutar la vida, de sanarse. En general, querían crear un entorno que les permitiera descansar de la constante deshumanización, frustración de la espera y la precariedad a la que se veían abocados.

Antes de la pandemia, la cocina del comedor producía 3.000 comidas a la semana. Pero todo cambió. Hubo que reducir el número de comidas y el acceso al comedor. En la actualidad, se sirven unas 200 comidas al día al aire libre, frente a una clínica médica gratuita, punto de encuentro de deportados, inmigrantes y personas sin hogar. 

Comidas servidas fuera del comedor Contra Viento y Marea

Una comunidad migrante es una comunidad en movimiento. La mayoría de las personas que ayudaron a construir el comedor continuaron su viaje de alguna manera, transfiriendo conocimientos y experiencia a los que se quedaron atrás. No obstante, el espacio sigue activo, colaborando con diversas asociaciones locales que comparten su visión en un sentido de autonomía, inclusión y autoorganización 6.

Próximamente se pondrá en marcha un nuevo proyecto denominado “Escuela Libre y Laboratorio de Arte Tijuana” (ELLA), con el objetivo de promover el intercambio de conocimientos y la sensibilización entre la comunidad migrante y la comunidad local. El objetivo es reactivar el espacio después de la pandemia y reconectar a la comunidad consigo misma, explica Devi. El proyecto se dirigirá principalmente a los jóvenes, migrantes, refugiados, deportados y a la propia comunidad de la Zona Norte, que a menudo no tienen acceso a los programas educativos convencionales e institucionales. ELLA contará con la participación de asociaciones y activistas que organizarán talleres de diversas disciplinas siempre desde el arte, la autoayuda, las prácticas comunitarias enfocadas a la justicia social, con el objetivo de implicar a la gente en la propia organización del espacio del comedor con horizontalidad y ayuda mutua.

Cada año el comedor es un proyecto nuevo, tratando de adaptarse a lo que sucede en la frontera por las políticas migratorias de EEUU y México, o las reconfiguraciones sociales en la ciudad. Se ha pasado paulatinamente de servir migrantes que llegaron con la caravana, a una población más diversa que incluye migrantes recién llegados, personas en situación de calle y los deportados. En la Zona Norte hay combinaciones creativas de militarización y delincuencia, un riesgo para la propia comunidad del comedor. Muchas son las personas que viven al margen de este pedazo del mundo, en la criminalización, la discriminación, entre la represión y una rutina deshumanizante. Desde la ventana del comedor, se veía como la llamada emergencia de la caravana pronto fue rebasada por las penurias sociales de esta ciudad transfronteriza, entre ellas la pobreza urbana que se traga a la gente,y la tragedia que viven todos los días los deportados 7.

Voluntarios de Contra Viento y Marea sirven comidas en el centro de Tijuana

El Comedor Comunitario Contra Viento y Marea es un espacio organizado por migrantes para migrantes, desde el margen para el margen, con un vínculo ideológico obvio con el anarquismo, explica Devi. Hay muchos grupos anarquistas que apoyan el comedor, que comparten su visión integradora de abajo arriba y horizontal, que reconocen su alma radical. Se quiere romper una narrativa de lo que es un enorme negocio fronterizo donde se devora personas y cuerpos al igual que el crimen organizado y el muro. Se intenta despegarse de una lógica de lucrarse de los migrantes. Podrían servir sólo 30 comidas al día, pero se darían con dignidad, sin promover la caridad, sino la ayuda mutua. Se seguiría un modelo de participación y no de pura asistencia.

Hoy se habla de la salida de nuevas caravanas, más o menos grandes 8. Este movimiento, y la migración desde el sur en general, ha sido extremadamente instrumentalizado por el gobierno estadounidense, en particular por el ex-presidente Donald Trump, para justificar mayores restricciones en la política migratoria, en una retórica y narrativa que categoriza los migrantes como invasores  del  sur de la frontera, y que continúa en la actualidad (9; 10.

En estos días se terminó el Título 42, una orden de salud pública estadounidense que impedía a las personas migrantes solicitar asilo. Probablemente se aplicarán medidas más restrictivas, con un mayor riesgo de deportación para quienes crucen la frontera sin haber solicitado oficialmente una cita a través de la aplicación smartphone CBP one 11. La prensa lleva ya unas semanas hablando de los miles de migrantes que esperan a que termine el Título 42 para afluir a las ciudades fronterizas, alimentando la perversa visión de una “horda de bárbaros” tan apreciada por los políticos estadounidenses. Cada vez está más claro que se están tendiendo trampas, mediante políticas migratorias poco claras y desinformación, que enturbian un futuro que promete ser aún más arduo tanto a este lado del muro como al otro lado de la frontera.

Muchos proyectos, centros comunitarios y asociaciones civiles que operan en Tijuana intentan mantener la atención y la conciencia sobre estos mecanismos maquiavélicos de poder. Así, el comedor comunitario Contra Viento y Marea, Enclave Caracol,  y muchos otros, marcados por la experiencia de la caravana migrante, forman parte, junto con los migrantes protagonistas, de un experimento que no termina. Ese proceso quizás también ha partido de la caravana, y tiene horizontes de largo alcance, un proceso que aboga por el reconocimiento del ser humano, la dignidad, la visibilización de la opresión, y la resistencia desde abajo que se intenta reprimir cuando es organizada e independiente. El germen de un movimiento de las masas, de una toma de posición, surgió de  los desequilibrios del mundo y de quienes luchan con todo para no ser  aplastados por ellos.

Coltiva idee, raccogli rivoluzione, il bordo, Tijuana
  1. Biólogo de formación, soy activista de derechos humanos desde hace muchos años, primero en Italia, en Bolonia, y luego en Tijuana, México. Aquí me especializo en migración internacional y colaboro en diversos proyectos con asociaciones civiles para la protección de los derechos de los migrantes, trabajando en centros de acogida y con asociaciones binacionales. En particular, me interesan los proyectos comunitarios con fines educativos y con enfoque de género
  2. Caravanas migrantes y desplazamientos colectivos en la frontera México-Estados Unidos (1st ed.). El Colegio de la Frontera Norte
  3. Albergues de migrantes no reúnen requisitos de salud, El Sol de Tijuana (gennaio 2019)
  4. Se resisten migrantes a dejar bodega en la Zona Norte, El imparcial (gennaio 2019)
  5. Video Comedor contra viento y marea
  6. Video Comedor comunitario Contra Viento y Marea cumplió tres años
  7. Humanizando la deportación
  8. Una nueva caravana reta al Gobierno de López Obrador tras la muerte de 40 migrantes en Ciudad Juárez, El Pais (aprile 2023)
  9. Trump: Migrant caravan ‘is an invasion’
  10. Biden admin to send 1,500 troops to southern border for support roles ahead of expected migrant surge)
  11. Title 42 has expired. Here’s what happens next, CNN (12 maggio 2023