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“Mami, coge la chaqueta. A Moria hace frío”. El cierre de Pikpa y la cruzada del gobierno griego contra los más vulnerables

Isla de Lesbos – Son días frenéticos y dramáticos que acompañan Pipka, el campo autogestionado desde el 2016 por parte de los activistas de Lesvos Solidarity en la víspera del cierre proclamado.
Cuando llegamos vimos a los voluntarios ayudando a las personas acogidas a hacer la maleta a causa del desalojo: “Mami, coje la chaqueta. A Moria hace frío” es la voz de un niño entre los tantos que serà obligado a dejar el campo, ya consciente de su destino que les aguarda. De hecho, la única alternativa que se vislumbra es el nuevo campo de la vergüenza, puesto cerca de Kara Tepe.

Encontramos los activistas que nos cuentan de los últimos dramáticos desarrollos: el 23 de septiembre – a través de la prensa – el gobierno anunció la voluntad de cerrar las esperanzas de Pikpa a final de octubre. Después de tres días, siempre a través de la prensa, los activistas aprendieron la voluntad de adelantar la decisión al 15. Ningún contacto ni diálogo, aunque pedido en voz alta y marcado de incontables llamadas entre las autoridades y Lesvos Solidarity. Un silencio que ha durado hasta pocos días atrás cuando la policía avisò con una llamadas a través del cambaceo que hoy lunes 12 de octubre empezarán las operaciones.

La noticia del cierre ha puesto a todos a la desesperación: “Los residentes están aterrorizados, no duermen la noche. “También los niños saben lo que se afrontan” nos dice Carmen Dupont, activista de Lesvos Solidarity. “Perder un lugar como Pikpa no es una derrota solo para Lesbo sino también para la entera Europa. No quieren mostrar que hay una opción a su modelo. No aceptan que halla lugares de acogida, autogestión y solidaridad. No toleran pensar a los migrantes fuera de su control”.

Son casi un centenar los residentes vulnerables que riesgan de regresar de nuevo en medio del infierno de un nuevo campo gubernamental: menores no acompañados, madres soles, victimas de tortura, sujetos Lgbtq+, enfermos graves que solo Pipka en estos años ha conseguido proteger y acoger con dignidad.
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El gobierno nos ha reconocido solamente en la medida que podiamos serles útiles, que podía ser cómodo a ellos: en 2018 cuando habían centenar de kurdos huyendo del campo de Moria el gobierno se ha encontrado a lidiar con estas personas que dormían por la calle – afirma Carmen -. Las autoridades casi nos suplicaban de acogerlos. Es asì que nos hicimos cargo de más de 3000 personas.
Aquella vez fuimos útiles a llenar sus imperdonables lagunas, pero ahora somos un obstáculo por sus objetivos políticos
”.

Pipka – sigue – ha significado ser un modelo de acogida que funciona, también si tiene recursos limitados. Hicimos ver que un nuevo modelo de acogida es posible. El gobierno y Europa siguen aplicando las políticas de las fronteras y de las expulsiones, financiando cárceles a cielo abierto y financiando los organismos de expulsiones ilegales. Pero cuando alguien llega por milagro a cruzar las puertas de Europa se pondrán a disposición todos los mecanismos posibles para hacer esas vida un infierno. Lo que quieren – concluye – es exhibir la cara peor de la Europa. Nosotros queremos seguir creyendo que somos la mejor cara. No pararemos”.